Hay mucha polaridad en el país, se despotrican unos con otros, se despellejan verbalmente, se vilipendian, unos se llaman de derecha y otros de izquierda. Se acusan públicamente, se disculpan privadamente y comparten algún sarao. Comentan con sus prosélitos que ellos son los mejores y sus huestes ávidos de algún favor, zalameramente festejan dichos éxitos efímeros. La vida política en el país es una fiesta, es desternillante, es diversión donde serpentean las mejores ideas fabricadas en las mentes de cada uno de sus productores , donde siempre están primando sus posiciones y sus pensamientos son de mucho calado y el que no se acomoda a esa fiesta lo ningunean. La gente que no está acostumbrada a festinar de esa manera, mejor da un paso al costado. El peor engaño del político contemporáneo, es creer que la gente le cree, la gente es más inteligente les hace creer que les cree, por eso el político tradicional vive de las creencias. En lo personal me dan síntomas de una tristeza depresiva con perspectivas de una fugaz lagrima. Nos estamos desgarrando, ningún político ha tenido el espacio de meditación y reflexionar como estamos perviviendo los salvadoreños. Que El Supremo Hacedor del Universo tenga toda la misericordia para nuestro El Salvador.
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