En el territorio de la
competencia electoral muchas veces no gana el más capacitado para
ejercer un cargo público sino que, el más abonado económicamente y
esa es una deslealtad a la intelectualidad. Mi primer recomendable
para los funcionarios entrantes es que se lea el libro El arte de la
prudencia de Baltasar Gracián, El principe de Nicolas Maquiavelo, el
estudio profundo de la Biblia, mejorar la oratoria para aminorar el
discurso leído y escuchar esa expresión fluida que es
característica de otros países, en los curules sentarse en posición
erguida no muy explayado, evitar el señalamiento ácido y ofensivo,
se puede discutir acaloradamente en una forma civilizada sin vocablos
inflamados, y no proferir palabras con doble y triple sentido y
poder apreciar deliberaciones dialécticas , evitar las chirigotas y
chanzas públicas. Tampoco afarolarse en temas políticos
intrascendentes, evitar las peroratas maratonicas . Todo esto lo
escribo con el animo de abonar a la nueva clase política sin
esgrimir ninguna intención malévola de causar daño, ni pergeñar a
nadie. Todo político está bajo la lupa de la observación y bajo el
prisma de la critica, hay que ganarse las palmas y las tablas con un
buen desempeño, en estos tiempos de hogaño la gente está
pendiente de lo que se dice , los salvadoreños manejamos la bitácora
de las cualidades y los defectos y enfocamos los reflectores en el
análisis y la propuesta coherente productiva de los funcionarios,
las cosas han cambiado.
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