La humildad podría ser la
completa libertad de mi mismo, el desapego total de materializar todo
lo que percibo. La humildad sería la buena voluntad en todo momento
de hacer la voluntad de Dios. Dicen los egregios de la ciencia y el
conocimiento que cuando hay una alquimia de la humildad y la
serenidad algo exuberante está a punto de ocurrir.
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