DIPLOMACIA
Ha habido una traca de especulaciones y análisis, a que vino El presidente Obama a El Salvador y todo se ha quedado en simples especulaciones, solamente ellos saben porque se reunieron y que es lo que platicaron.. Pero independientemente que es lo que dialogaron ambos mandatarios. Lo laudable de ambos fue la capacidad de expresarse de forma fluida, elegante y persuasiva especialmente en una conferencia de prensa, nos dieron una lección de oratoria como arte de hablar con elocuencia, hubo intercambio de saludos, cortesías y afectos, reconocimientos personales y lazos fraternales entre países, los dos manejan el don de la palabra manejan la carambola y el ajedrez de la palabra y hacen sus enroques dialecticos y eso los convierte en personas con dotes de liderazgos. Hay un momento que el señor Obama se queda un poco inmutado en el léxico fluido de cascada de el señor Funes, anteriormente el señor Funes cuando hablaba el señor Obama asentía con la mirada. Leyendo el libro DIPLOMACIA de Henry Kissinger es un libro orondo que frisa las 1306 paginas retomando un párrafo de este ilustrativo libro menciona: “ El estudio de la historia no nos ofrece un manual de instrucciones que pueda aplicarse automáticamente; la historia enseña por analogía, dándonos luz sobre las probables consecuencias que se derivan de situaciones comparables. Sin embargo, cada generación deberá determinar por si misma las circunstancias que, de hecho, son equiparables. Los intelectuales analizan las operaciones de los sistemas internacionales; los estadistas los construyen. Y hay una gran diferencia entre la perspectiva de un análisis y la de un estadista. El analista puede elegir el problema que desee estudiar, mientras que al estadista los problemas se le imponen. El analista puede dedicar todo el tiempo que juzgue necesario para llegar a una conclusión clara; para el estadista, el desafío abrumador es la presión del tiempo. El analista no corre riesgos; si sus conclusiones resultan erróneas, podrá escribir otro tratado. Al estadista sólo se le permite una conjetura; sus errores son irreparables. El analista dispone de todos los hechos, se le juzgará por su poder intelectual. El estadista debe actuar basándose en evaluaciones que no pueden demostrarse en el momento en que las está haciendo; será juzgado por la historia según la sabiduría con que se haya enfrentado al cambio inevitable y, ante todo, por lo bien que haya conservado la paz. Por todo ello, examinar como los estadistas se han enfrentado al problema del orden mundial, y analizar qué funcionó bien o qué no funcionó, y por qué, no es el fin de comprender la diplomacia contemporánea, aunque sí pueda ser su principio”. Moraleja: Para hablar sobre diplomacia es necesario contar con un material histórico y este precioso libro escrito con talento y conocimiento de causa es uno de ellos. Mis respetos para el Señor Kissinger. El nuevo evento electoral del 2012 en el país exige una mayor necesidad de poseer un dominio de la expresión oral y gesticulación. No hay mucha elocuencia en nuestros legisladores. Para las próximas elecciones sería bueno que nuestros tribunos no utilizaran notas maratónicas para sus discursos. Quisiéramos escuchar debates elocuentes, sin ofensas y diatribas, ni poses confrontativos muchas veces matonescos. También es cierto que no podríamos alcanzar esos dotes de oratoria como San Agustín, Homero, Demóstenes y otros pero si se pudieran emular un poco sería un gran avance en nuestra democracia, los salvadoreños nos merecemos otra forma de hacer política, solo somos pleitos a veces se hacen vigilias de pleitos en esos grandes salones. Será que nos falta DIPLOMACIA.
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