Nunca es prudente hablar mucho de usted mismo o llamar demasiado la atención sobre sus acciones.
Tenga por lo tanto mucho cuidado de pregonar sus logros a los cuatro vientos y hable siempre menos sobre su persona que sobre los demás. Es preferible pecar de modesto.
Aprenda halagar de forma indirecta: por ejemplo, desmerezca sus propios aportes, para que la gestión de su jefe parezca más importante y eficiente.
Preste atención a su aspecto físico y luego encuentre la forma de crear un estilo y una imagen distintivos… pero sutilmente distintivos.
BIBLIOGRAFIA . Greene, Robert. Las 48 leyes del poder.
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