Hay hombres que comen o compran no por comer o comprar, sino para reprimir su estado de ánimo angustiado o deprimido. El hombre deprimido siente dentro de si una especie de vacío, como si estuviera tullido, como si le faltara algo para la actividad, como si no pudiera moverse correctamente por carencia de algo que lo mueva. Entonces, cuando incorpora algo, puede evitar por un rato el sentimiento de vacío, de invalidez, de debilidad y siente: pero soy alguien, tengo algo, no soy una nada. Uno se llena de cosas para desplazar el vacío interno. Ese el hombre que sospecha que es poco y que borra esa sospecha mientras consume. BIBLIOGRAFIA. Fromm, Erich. El amor a la vida.
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